La ciudad más al sur de Croacia, la famosa “Perla del Adriático”, es un lugar que no te puedes perder si visitas este hermoso país. Su población no sobrepasa los 50.000 habitantes y se destaca no solo por el casco antiguo con sus murallas excepcionalmente conservadas, sino también por su rica historia y cultura. El territorio de la ciudad y sus alrededores, fue en la época medieval una pequeña pero importante república, conocida como “Ragusa”. El nombre tiene su origen en el vocablo griego Raus que designaba el islote donde la ciudad fue fundada. El nombre de Dubrovnik proviene del eslavo Dubrava y comenzó a utilizarse hacia el siglo XII. Pasando bajo el protectorado Bizantino, luego bajo la dominación de su eterna rival: Venecia, Ragusa alcanzó su independencia y prosperidad gracias a la habilidad diplomática de sus gobernantes. En el año 1667 un catastrófico terremoto destruyó la ciudad y cambió la arquitectura de las casas y palacetes en el interior. A partir de este momento comienza lo que se podría describir como el declive de la famosa República de Ragusa. En el año 1808, el gobierno francés de Napoleón expidió un decreto con el cual se daba fin a la República de Dubrovnik.

El antiguo territorio pasa a ser parte del imperio Austrohúngaro y sigue la suerte de la actual Croacia hasta la independencia del país de la antigua Yugoslavia en la década de los años 90. En la actualidad la ciudad conserva su belleza y relevancia histórica, no solo a nivel nacional sino también internacional, pues es considerada una de las ciudades más bellas del mundo. Un lugar donde cultura, arte y naturaleza se juntan para deleite de quienes la visitan. Sus murallas de casi 2 kilómetros de largo son la atracción principal que superan el millón de entradas por año. La ciudad es la capital del condado de Dubrovnik-Neretva y en los territorios vecinos se encuentran numerosos poblados que merecen ser visitados. Por mencionar algunos, la Riviera de Dubrovnik, Cavtat y Trsteno. Dubrovnik es una ciudad para recorrer con calma, para perderse en sus limpios callejones, para escuchar los sonidos de la vida diaria incluso cuando está repleta de turistas. Disfruta de sus pequeños pero curiosos museos, sus iglesias, plazas, restaurantes y cafés. En Dubrovnik cada piedra tiene una historia que contar. Ven deja tu huella y descubre tu propia historia!